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CON MOTIVO DEL 25 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE UN GRAN LIDER DEL MAGISTERIO Y DEL PUEBLO

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HORACIO ZEVALLOS GÀMEZ

 El 20 de mayo de 1942 nació en Moquegua HORACIO ZEBALLOS GAMEZ, quien fuera fundador y primer Secretario General del SUTEP, dirigente nacional de UNIR, diputado representante del pueblo y militante revolucionario del PARTIDO COMUNISTA DEL PERU (PATRIA ROJA).

Lamentablemente dejó de existir físicamente, el 7 de marzo de 1984, antes de cumplir los 41 años; la muerte lo había abrazado con la salud quebrantada como consecuencia de la secuela represiva a la cual había sido sometido permanentemente por la dictadura militar, especialmente en la época de Morales Bermúdez; persecución implacable, encarcelamientos, torturas, confinamiento en El Sepa, deportaciones, constante vida clandestina, atropellos morales y psicológicos sin fin. La gran burguesía logró su objetivo de liquidarlo corporalmente, pero el pueblo lo elevó a la galería de los héroes populares, ocupando un sitial digno en la historia que nunca lo olvidará.

Y en su memoria, nosotros queremos hacer una remembranza de aquel líder extraordinariamente carismático, apreciado, querido y seguido por las masas y muy especialmente por los maestros.

Este hombre de carne y hueso conocido de cerca y tratado por nosotros, hoy se afirma en nuestra memoria como un real ejemplo de lo que debe ser un revolucionario, y a la vez, se perfila cada vez más, como una figura legendaria ante las nuevas generaciones populares. Este hombre, en los momentos de lucha alentaba a las masas con su oratoria frenética y simultáneamente poética: enardecía a los millares de manifestantes contra la dictadura militar y también contra los amarillos y boicoteadores de la huelgas como han sido siempre los apristas. Y al mismo tiempo cautivaba con hermosas metáforas arengando a las bases a proseguir las movilizaciones, la huelga, la lucha. Intolerante la mayoría de las veces e irónico fino en otras, Horacio combatía en calles y plazas al enemigo; y, en los necesarios diálogos con los gobiernos de turno, inflexible en los principios clasistas del SUTEP y hábil táctico en los tratos directos, con alternativas acordes al mandato de las bases, sin caer jamás en la traición o entendimientos dudosos a espaldas del magisterio. Su práctica fue siempre "todos con las masas, nada sin ellas"….

Su vida personal sencilla, fue un calvario creado por el enemigo de clase, pero con la frente alta y mirada firme. Con el respaldo de decenas y decenas de miles de maestros, siguió adelante, guerreando en todos los terrenos, inclusive estando en prisión daba mensajes escritos para que las bases continuaran en la brega. El gran Horacio, en la intimidad con sus camaradas, colegas y amigos, se mostraba como un hombre de hablar pausado, con el inconfundible acento arequipeño, mirada fija, melancólica pero penetrante, divertido en las bromas, inmensamente noble cuando se le confiaba algún problema personal, y como todo ser humano, que no se preciaba de falsas posturas, ni de actitudes pedantes, bebía con el maestro anónimo, con el obrero y campesino se confundían en la copa del juramento por la revolución. Con los varones, palabras convincentes, a veces duras; con las maestras, cariñoso, exquisito y respetuoso galante; con los niños, tierno, suave, educador.

Estudio su primaria en el distrito de Carumas, provincia de Mariscal Nieto en el departamento de Moquegua. Los estudios secundarios los hizo en el colegio de La Libertad que fue fundado por Simón Bolívar. Posteriormente en Arequipa cursó estudios de Pedagogía en la Universidad San Agustín, titulándose como maestro primario. Ya en los claustros universitarios fue presentándose con gran capacidad como dirigente gremial y espíritu intransigente en la lucha estudiantil.

Al salir de las aulas universitarias se integró con entusiasmo al magisterio con ideas pedagógicas renovadoras, y en los sindical, comprendió la necesidad de contribuir a la superación de la dispersión gremial por niveles y se esforzó por coadyuvar al logro de lo que se sería luego el gran SINDICATO UNICO DE TRABAJADORES EN LA EDUCACION (SUTEP) clasista y combativo, fundado en el Cusco el 6 de Julio de 1972. En este congreso de fundación, Horacio Zeballos, robusto, vigoroso de salud es elegido Secretario General, presidiendo desde entonces heroicas jornadas de lucha. De allí para adelante la historia de Horacio, representando los intereses del magisterio y peleando al lado del pueblo, es la historia del SUTEP.

Veámoslo ahora en una faceta poco conocida: humano de verdad, amante de la naturaleza y primoroso poeta en toda circunstancia.

Estando en prisión en 1979, cuando el SUTEP desarrollaba una prolongada huelga, Horacio, maltratado, enfermo cada vez más, no sólo enviaba mensajes a sus bases sino también su alma cantaba versos revolucionarios que se plasmaron en un bello libro "Alegrías de la Prisión". Versos de amor por una vida nueva para la humanidad: "Tu belleza y amor nos unen /Si buscamos al hombre nuevo/forjémoslo con rosas y acero". Su apego por la naturaleza: "el parque rubio de calor observa/ en algunas mariposas mis risas infantiles". Su vocación combativa: "Así como al sentimiento sucede la flor/quiero transformar el mundo". Su espíritu fraterno con el colega: "Maestro/en tu libro de lucha/he aprendido/que no traicionar es un mandamiento". Y estando preso les cantaba a sus captores: "De los presos soy el último/ dadme por descontado en las filas del encanto/ de qué les sirve mi cuerpo/ si el corazón lo tengo libre".

Como dice Oscar Valdivia Ampuero: "Sorprende por eso que Horacio Zeballos haya escrito un libro de poemas que lejos de proponer una visión amarga y pesimista de la vida, un retorno angustioso a la desesperanza o una basta imprecación a los males e injusticia de la sociedad burguesa, se eleva más bien como un canto de amor hondo y verdadero. La voz de Horacio Zeballos, al revés de lo que pudiese esperarse, se distiende y vuelve dulce y esperanzadamente hacia los seres, las cosas y los actos sencillos de la vida".

Nosotros, pensamos ahora, que el mejor homenaje al recordado Horacio, es movilizarnos y luchar resueltamente por lo que bregó siempre Horacio Zeballos Gámez: Un magisterio reivindicado, una patria justa, libre y soberana en un mundo fraterno, lo cual se logrará sólo a través de la revolución democrática, nacional y popular en camino al socialismo.